"Un pueblo de 40 mil habitantes es el más longevo del mundo. ¿Cómo lo han logrado?"
El valle de Hunza parece un pequeño paraíso escondido entre la inmensidad del Himalaya. Gigantes montañas nevadas le sirven de muro, y ríos con bravos raudales bajan de lo alto con agua tan helada que apenas parece que esté descongelada.
El terreno es en partes árido, y en otras de verde vivo. El mundo de Hunza se alza sobre los 2.400 metros de altitud. Está en el nororiente de Pakistán, algo cerca de China y en tierras que se inscriben en Cachemira.
Llegar al valle de Hunza es una azarosa travesía. La población más cercana con un aeropuerto está a más de 12 horas en auto y la carretera no es todo el año transitable. La trocha, en invierno, es peligrosa por las inminentes avalanchas de nieve arrastran todo a su paso hacia temerosos abismos.
En las mejores épocas del año, los caminos hacia Hunza se llenan de frutales de albaricoque que adquieren un color naranja con otros tonos amarillos. En la meseta se ven numerosos colores de pastos y el aire limpio recorre un silencioso jardín en el que se puede cultivar cebada, trigo, almendra, hortalizas, coles, manzanas y cerezas.
En ese pequeño e inhóspito reino vive el pueblo Hunza y sus hermanos Kalash. Son una tribu nativa, de al menos 40 mil habitantes, que sorprende al mundo por su altísima calidad de vida, la carencia de enfermedades en sus pobladores y una longevidad que puede llevar a muchos de los lugareños a vivir hasta 120 años.
Ancianos y niños tienen una vida con suficiencia activa. A los pequeños se les ve jugando y aprendiendo las tradiciones culturales, y a los mayores cargando pesados bultos de las cosechas con las que se abastecerán en estaciones más frías.
El valle de Hunza es un lugar de ensueño para una larga vida.
Los hombres alardean de ser sexualmente activos después de los 70, y ostentan sus cuidadas sonrisas después de los 100 porque no están postrados en una cama, sino que siguen en las granjas en tareas de pastoreo o agricultura.
El alejado mundo de los Hunza
Su apariencia dista de la del resto de pakistaníes, chinos, indios o afganos. Tienen rasgos físicos europeos, como caucásicos.
Los Hunza hablan Burushaski, una lengua nativa que se transmite por tradición y solo es empleada por quienes habitan en el valle, y su religión es el ismaelismo, una corriente del Islam chií.
Proceso de secado de frutas para el invierno.
Los líderes religiosos practican rituales con el humo de la ruda siria para llegar a estados de trance y profunda reflexión. También es impactante conocer de sus tradicionales baños en el agua helada pero cristalina que viene desde las montañas, lo que para muchos tersa su piel y les da apariencia de juventud.
Los investigadores que han visitado el terreno confiesan que no es tan cierto que los Hunza sean inmunes a las enfermedades; las han padecido, pero un adecuado manejo de medicamentos con plantas y cuidados naturales les permite sobrellevar las decaídas.
También se cree que las aguas de los ríos que vienen del Himalaya, con líquido originado directamente en los picos nevados y ricos en minerales, podrían ayudar a la envidiable salud y longevidad de los lugareños.
El zoólogo y expedicionario marroquí Jordi Magraner, que estuvo 9 años conviviendo con pueblos del norte de Pakistán, describió al término de su viaje los que creyó él que eran los secretos de la larga y buena vida de los Kalash y Hunza: “ (La clave son) los elementos fundamentales que nos deberían definir como seres humanos: la camaradería, el amor por la diversión, la música, el baile y la cultura; proteger a los pobres, al medio ambiente; alejarse de las tensiones,-ser-felices-y-vivir-el-amor-en-general”.
Fuente: http://www.kienyke.com/historias/hunza-el-pueblo-que-tiene-el-secreto-de-la-larga-y-sana-vida/
Fuente: http://www.kienyke.com/historias/hunza-el-pueblo-que-tiene-el-secreto-de-la-larga-y-sana-vida/
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