Al igual que les sucede a los demás trabajadores de la industria agropecuaria, los trabajadores de los mataderos y de las plantas procesadoras de carne luchan por mantenerse sobre la línea de pobreza y por ofrecer a sus familias una calidad de vida digna. Los trabajadores laboran largas jornadas en algunas de las condiciones laborales más peligrosas del país a cambio de salarios relativamente bajos. Muchas de las trabajadoras también enfrentan situaciones de acoso sexual perpetrado por sus compañeros de trabajo y los supervisores.
La mayoría de los trabajadores padece de dolor constante debido a las largas jornadas y a lo repetitivo de su trabajo Se sienten irrespetados y poco valorados ya que sus supervisores no demoran en recordarles que son fácilmente reemplazables. En el caso de los trabajadores indocumentados, la amenaza constante de deportación es un factor más de estrés y ansiedad.
Las lesiones que sufren los trabajadores debido al esfuerzo repetitivo también afectan sus vidas fuera de su entorno laboral. El tener que vivir con dolores y malestares crónicos afecta todos los aspectos de la vida de una persona. Las lesiones sufridas en el trabajo inhiben el disfrute de algunas actividades que normalmente son fuente de felicidad para una persona, como es el jugar con sus niños.
Aparte de los dolores físicos crónicos que sufren los trabajadores, los sicólogos se muestran cada vez más interesados en explorar los efectos sicológicos de trabajar en un matadero. Los trabajadores a cargo de matar a los animales presencian constantemente cómo se los corta y desmiembra mientras aún están consientes, o cómo se los despelleja o hierve aún en vida. Hora tras hora, día tras días, estos trabajadores interactúan con incontables animales en distintos estados de temor y dolor.
Un antiguo gerente del piso de matanza relató lo siguiente: “Lo peor de todo, peor que el peligro físico, es la carga emocional. . . . Algunos cerdos que han llegado al piso de matanza se han acercado a mí y me han acariciado con sus hocicos como si fueran perritos. Dos minutos después tengo que matarlos; golpearlos con un tubo hasta que mueran. No puede importarme”.
...Nuestra responsabilidad...
La situación actual de la industria procesadora de carne es el resultado directo de la codicia empresarial sumada a la absoluta incapacidad de las agencias reguladoras estatales y federales para proteger a los trabajadores.
“Todos los empleadores deberán ofrecer trabajo a cada uno de sus empleados en un espacio laboral que carezca de peligros conocidos que estén causando o pudieran causar la muerte o daños físicos serios“.
Sin embargo, en esta industria privan de ordinario los intereses empresariales sobre la seguridad de los trabajadores. Al permitirle a la industria procesadora de carne que opere como si estuviera exenta de cumplir con las normas laborales federales.
Food Empowerment Project recientemente entrevistó a trabajadores de una planta procesadora de carne local en un esfuerzo por obtener información directa sobre las situaciones que enfrentan. Los trabajadores repitieron muchas de las mismas inquietudes mencionadas en los párrafos anteriores, y confirmaron que las condiciones de inseguridad laboral se deben principalmente a la velocidad de línea. Varios trabajadores también manifestaron su inquietud en cuanto a que la alta velocidad de la línea pone directamente en riesgo la calidad del alimento y exponerlo a contaminación. Los trabajadores se mostraron renuentes a comunicar estas inquietudes a sus supervisores por temor a ser degradados o sufrir despido.
Los trabajadores de las plantas procesadoras de carne son expuestos deliberadamente a serios riesgos para su seguridad todos los días. Muchas de las lesiones y muertes que los trabajadores sufren en la actualidad son semejantes a las que Upton Sinclair denunció públicamente en su novela La Jungla de 1906. En los años que han pasado desde entonces, esta industria ha operado sistemáticamente con una de las mayores tasas de lesiones laborales del país. Esto se debe en gran medida al hecho de que las agencias estatales y federales han sido incapaces de promulgar y hacer cumplir leyes laborales que prevengan los peligros conocidos en el lugar de trabajo.
Los mataderos y las plantas procesadoras de carne representan sufrimiento y muerte para los animales y explotación para los trabajadores. Por fortuna, podemos elegir negarle nuestro apoyo a este ciclo de explotación y sufrimiento con tan solo adoptar un estilo de vida mas vegetal.
"Muchos cerdos no llegan vivos al matadero. Más de 85.000 cerdos mueren en España cada año en el interior de los camiones de transporte"
"ONG denuncia el comercio de carne de perros, gatos, caballos,,, "Ojito lo que compras"
Fuente: "Food Empowerment Project
"Muchos cerdos no llegan vivos al matadero. Más de 85.000 cerdos mueren en España cada año en el interior de los camiones de transporte"
"ONG denuncia el comercio de carne de perros, gatos, caballos,,, "Ojito lo que compras"
Fuente: "Food Empowerment Project
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